Cuantas veces hemos escuchado que Venezuela es comunista o que ahí expropian todo y que nadie quiere trabajar, etc..
“Venezuela” es una palabra que ya está instalada en el sentido común de las personas como lo malo, como lo indeseable. Eso no tiene nada que ver con la Venezuela real o con lo que puede llegar a ser realmente. La “Venezuela” del imaginario colectivo es sinónimo de Satanás.
No hay nada que podamos hacer al respecto, es así. “Venezuela” hoy suena como “URSS” para las generaciones anteriores. Ninguna explicación de nuestra parte movió la aguja en el sentido de cambiar esa percepción y, por más que explicáramos y explicáramos que la URSS era una potencia mundial donde se llevaba a cabo un proyecto político opuesto al de los Estados Unidos hegemónicos, “URSS” seguía siendo sinónimo de infierno en la cabeza de las mayorías.
Entonces “Venezuela” hoy no es un país, es un signo. Y es un símbolo para sintetizar todo lo malo, de modo que las élites van a lanzar la provocación de gritar “Venezuela” para todo para discrepar entre nosotros (los de abajo).
Ahí es donde nos ponemos justo en el lugar deseado por las élites. Las élites quieren que nos hagamos cargo de Venezuela aunque vivamos en la desgracia absoluta y que digamos claramente, con orgullo y soberbia ante cualquier signo de Derechos y Justicia social (por mínima que sea).¿Ven? Son zurdos, son vagos y son comunistas. Si votás eso, te van a expropiar el fruto de tu trabajo, etc.”
El problema es el paquete ideológico que nos venden con Venezuela, y no porque vayamos a cambiar algo allá, ellos tienen bien definido lo que quieren a pesar de las pesadas sanciones y bloqueos; El problema lo tenemos nosotros porque ese «fantasma del comunismo» hace que evitemos optar por soluciones autóctonas en nuestros países para el bienestar social, ahí es donde las élites nos hacen «Jake maté».
Nosotros peleando y ellos (élites) con la barriga llena amasando más dólares.
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